"Cierto día, un adivino le preguntó a un camellero el por qué de estar tan interesado en saber su futuro.
- Para poder hacer las cosas – repuso el camellero -. Y cambiar lo que no me gustaría que sucediera.
- Entonces dejará de ser tu futuro –replicó el Adivino.
- Entonces tal vez quiero conocer el futuro para prepararme para las cosas que vendrán.
- Si son cosas buenas, cuando lleguen serán una agradable sorpresa –dijo el Adivino-. Y si son malas, empezarás a sufrir mucho antes de que sucedan.
- Quiero conocer el futuro porque soy un hombre –dijo el camellero al Adivino-. Y los hombres viven en función de su futuro.
El Adivino guardó silencio unos instantes. El especialista en el juego de varillas, que se arrojaban al suelo y se interpretaban según la manera en que caían. Aquel día él no lanzó las varillas, sino que las envolvió en un pañuelo y las volvió a colocar en el bolsillo.
- Me gano la vida adivinando el futuro de las personas –dijo-. Conozco la ciencia de las varillas y sé como utilizarla para penetrar en este espacio donde todo está escrito. Allí puedo leer el pasado, descubrir lo que ya fue olvidado y entender las señales del presente. "
Paulo Coelho - El Alquimista
sábado, 13 de junio de 2009
Razones y osadías
" Por lo que se refiere a la idea de patria, es decir, una determinada porción de terreno dibujada en el mapa y separada de las demás por una línea roja o azul, ¡no! Para mí la patria es el país que quiero, es decir, el país con el que sueño, aquel en que me encuentro a gusto. (...) Amo a este pueblo áspero (se refiere a los árabes nómadas), persistente, vivo, último ejemplo de las sociedades primitivas y que, al hacer alto a mediodía, tumbado a la sombra bajo el vientre de sus camellas, se burla, mientras fuma su chibuquí, de esa valiente civilización nuestra que tiembla de ira. Soy capaz de entender muy bien lo que significaba la patria para los griegos, que no tenían más que su ciudad; para los romanos, que no tenían más que Roma; para los salvajes a los que acosan en su selva; para los árabes, perseguidos hasta en el interior de sus tiendas. Pero nosotros, ¿acaso no nos sentimos en el fondo tan chinos como ingleses o franceses? ¿No vuelan hacia el extranjero todos nuestros sueños? De niños, deseamos vivir en el país de los loros y de los dátiles confitados; nos elevamos con Byron o Virgilio; codiciamos el Oriente en nuestros días de lluvia, o deseamos ir a las Indias a hacer fortuna, o a América para explotar la caña de azúcar. La patria es la tierra, es el universo, son las estrellas, es el aire, es el propio pensamiento, es decir, lo infinito dentro de nuestro pecho. "
Gustave Flaubert
Gustave Flaubert
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