Nada más ver esta foto se me ocurrió una historia. Y voila! He aqui el resultado:
- Papi, papi. Hoy me he levantado con ganas de pescar lindos pececitos para luego dárselos a Piolín, nuestro lindo gatito.
- Bueno, vale. Pero ten cuidado con la caña. No quiero que se rompa ni que se pierda. Es un regalo de mi abuelo, y es muy preciada para mí. No sabes cuánto he hecho yo con esa caña. Y tus generaciones también... Y además...
- Vale papi. Tendré mucho cuidado.
- Me alegra oír eso, mi linda Florecilla.
La contenta Flor salió de su casa equipada con sus gafas multi-funciones y la caña de pescar de su padre bajo el brazo. Mientras, pensó en ir al lago que descubrió hace poco en algún lugar del bosque cercano a su casa. Caminó durante una hora hasta llegar al lugar. Cansada, descansó un rato y observó el lugar. Unos matorrales rodeaban un pequeño claro que daba al agua, la que tan apetitosa estaba como para bañarse. Flor pensó que quizás se debería haber llevado el bañador. Una vez descansada, preparó el cebo y lanzó la caña al agua ilusionada, porque sabía que su gato Piolín se zamparía más de un pececito esa noche.
Mientras Flor miraba al agua, no se percató de que hubo un ligero movimiento en los matorrales cercanos a ella. Si alguno de nosotros hubiese estado metido en el agua, y hubiese tomado una fotografía del momento, habría visto un terrible monstruo que se había percatado del inocente cebo de nuestra querida Flor. Un terrible monstruo que aparentaba no tener muy buenas intenciones... Si alguno de vosotros hubiese estado allí, justo en ese momento, habría intentado por todos los medios que Flor retirara la caña del agua. Pero no queridos, la que tiene las riendas de esta historia soy yo. Y creedme, no es un final feliz para nuestra protagonista.
Un fuerte tirón arrastró a la caña de pescar y a Flor al agua. Gracias a las gafas multi-funciones -que le servían como gafas de buceo- pudo ver al horrible monstruo que la observaba detenidamente con unos ojos inquisitivos. El monstruo la miraba de arriba a abajo, como si hubiese sido la primera vez que se encontraba con una humana. Conteniendo la respiración, Flor sólo pensaba en huir. Y entonces, el monstruo desvió su atención de la gordita Flor y miró detenidamente a la caña de pescar que se hundía por momentos. La recogió, la rompió y se la tragó. La niña, presa de terror había aprovechado y había subido a la superficie para coger aire.
- ¡Papi! ¡Mami! ¡Ayudad...!
Tarde. El monstruo la cogió por las piernas y la zarandeó por debajo del agua. Pobrecita Flor... La inocente Flor... Que solo quería pescar unos pocos peces para su lindo gatito Piolín... Y entonces, el monstruo le dijo:
- Hola niña, ¿quiéres ser mi amiga?
Flor se quedó sorprendida. Recapacitó durante unos momentos. Decidida, dijo:
- No. ¡Tonto! ¿Cómo quieres que sea tu amiga después de que me has tirado al agua y me has empapado? Además, has roto la caña de pescar de papá y me va a echar la bronca. ¡Tonto! ¡Tonto!
- Pero es que me encuentro muy solo. Soy el único de mi especie, porque fui expuesto a una mutación génetica.
- No digas chorradas, monstruo feo. En las exposiciones hay cuadros, que lo sé yo porque mi papi me llevó a una. Y algunos cuadros eran feos, pero no tan feos como tú.
Dicho esto, Flor subió a la superficie y enfadada, dejó en las profundidades del lago al que quiso ser su nuevo amigo.
Volvió a su casa y contó a sus padres lo que le había sucedido, y obviamente, lo entendieron como una excusa porque rompió la preciada caña de pescar de su padre. Estuvo castigada sin comer golosinas y sin salir con sus amigas durante un tiempo que le pareció una eternidad. Flor deseó nunca haber ido a ese lago.
Por su parte, el monstruo feo sintió como una ola de tristeza se apoderaba de él. Lloró. Y sus lágrimas saladas se mezclaron con el agua dulce del lago en el que siempre vivió, y al que fue excluido desde que nació. Sintió dolor por no poder cambiar su aspecto. Y con estos sentimientos, resentidos en lo más hondo de su ser, siguió durmiendo en su escondite."
Cierto, dije que no habría final feliz para la niña. Pero tampoco dije que hubiese final feliz para el bicho. A lo mejor otro día hago otra versión. Jajaja. Es lo que tiene la madrugada y el insomnio.
Detalle: Si, sé que es un poco dificil mantener una conversacion debajo del agua, pero allá cada uno con su imaginación.
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