Yo, amigüitos, os seguiré poniendo canciones como quien no quiere la cosa. A mí me da igual, yo pondré y pondré. Hoy toca una canción de un cantautor cubano llamado Silvio Rodríguez. Es bellísima. Os pongo aquí la letra para que lo comprobéis.
La gota de rocío
del cielo se cayó
y en ella el amor mío
la carita se lavó.
Pero era tan temprano
que no salía el sol
y se helaron las manos
y mejillas de mi amor.
Creí que las estrellas
la iban a buscar
y que en su cara bella
se ponían a jugar
me dijo: tengo frío,
acércame calor
y fui con tanto brío
que encendí su corazón
y mientras la besaba
me dijo en un temblor:
esto es lo que faltaba
para que saliera el sol.
!Oh, gota de rocío
no dejes de caer
para que el amor mío
siempre me quiera tener.
martes, 20 de enero de 2009
jueves, 8 de enero de 2009
Con la frente marchita - Joaquín Sabina
Esta es posiblemente una de las canciones que más me gustan de Sabina. Es que con sólo escucharla me dan unas ganas increíbles de cogerme un avión e irme directa al Río de la Plata. Es que, ¡es uno de mis grandeees sueños! ¡Quiieeeeeeero ir a la Argentinaaaa yaaaaaaaaaa!
Con la Frente Marchita - Joaquín Sabina
Sentados en corro meréndabamos besos y porros
Y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa.
Te morías por volver "Con la frente marchita" cantaba Gardel
Y entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud.
Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.
Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.
Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte,
pero tú no querías más amor que el del Río de la Plata.
Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta.
Luego, el sol fue secando la ropa de la vieja Europa.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió.
"Mándame una postal de San Telmo, adiós, ¡cuídate!"-
Y sonó entre tú y yo el silbato del tren...
Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte
monigotes de miga de pan, caballitos de lata
Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte,
pero tú no querías otro amor que el del Río de la Plata.
Aquellas banderas de la patria de la primavera,
a decirme que existe el olvido, esta noche han venido.
Te sentaba tan bien, esa boina calada al estilo del "Che".
Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear,
y al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar
y me puse a gritar: "¿Dónde estás?"
Y no volví más a tu puesto del Rastro a comprarte
corazones de miga de pan, sombreritos de lata.
Y ya nadie me escribe diciendo:
"No consigo olvidarte, ojalá que estuvieras conmigo en el Río deLa Plata"
Con la Frente Marchita - Joaquín Sabina
Sentados en corro meréndabamos besos y porros
Y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa.
Te morías por volver "Con la frente marchita" cantaba Gardel
Y entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud.
Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.
Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.
Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte,
pero tú no querías más amor que el del Río de la Plata.
Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta.
Luego, el sol fue secando la ropa de la vieja Europa.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió.
"Mándame una postal de San Telmo, adiós, ¡cuídate!"-
Y sonó entre tú y yo el silbato del tren...
Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte
monigotes de miga de pan, caballitos de lata
Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte,
pero tú no querías otro amor que el del Río de la Plata.
Aquellas banderas de la patria de la primavera,
a decirme que existe el olvido, esta noche han venido.
Te sentaba tan bien, esa boina calada al estilo del "Che".
Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear,
y al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar
y me puse a gritar: "¿Dónde estás?"
Y no volví más a tu puesto del Rastro a comprarte
corazones de miga de pan, sombreritos de lata.
Y ya nadie me escribe diciendo:
"No consigo olvidarte, ojalá que estuvieras conmigo en el Río deLa Plata"
miércoles, 7 de enero de 2009
Más de Cien Mentiras - Joaquín Sabina
Más de Cien Mentiras - Joaquín Sabina
Tenemos memoria, tenemos amigos,
tenemos los trenes, la risa, los bares,
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,
tenemos moteles, garitos, alteres.
Tenemos urgencias, amores que matan,
tenemos silencio, tabaco, razones,
tenemos Venecia, tenemos Manhattan,
tenemos cenizas de revoluciones.
Tenemos zapatos, orgullo, presente,
tenemos costumbres, pudores, jadeos,
tenemos la boca, tenemos los dientes,
saliva, cinismo, locura, deseo.
Tenemos el sexo y el rock y la droga,
los pies en el barrio, y el grito en el cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes pendiente con Pedro Botero.
Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.
Tenemos un as escondido en la manga,
tenemos nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.
Tenemos un techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.
Tenemos talones de Aquiles sin fondos,
ropa de domingo, ninguna bandera,
nubes de verano, guerras de Macondo,
setas en noviembre, fiebre en primavera.
Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,
que importa, lo siento, hasta siempre, te quiero,
hinchas del atleti, gángsters de Coppola,
verónica y cuarto de Curro Romero.
(Estribillo)
Tenemos el mal de la melancolía,
la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y, dos veces al día,
el santo milagro del pan y los peces.
Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;
Lennon y McCartney, Gardel y LePera;
tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,
ramblas en la luna, vírgenes de cera.
Tenemos naufragios soñados en playas
de islotes son nombre ni ley ni rutina,
tenemos heridas, tenemos medallas,
laureles de gloria, coronas de espinas.
(Estribillo)
Tenemos caprichos, muñecas hinchables,
ángeles caídos, barquitos de vela,
pobre exquisitos, ricos miserables,
ratoncitos Pérez, dolores de muelas.
Tenemos proyectos que se marchitaron,
crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca vendimos.
Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.
(Estribillo)
domingo, 4 de enero de 2009
Soy una egocéntrica. =)
[Debido al cansancio que padeció la autora durante la realización del siguiente escrito, no encontraréis nada interesante. Son sólo pensamientos y raciocinios que no buscan ser artísticos.]
Estoy demasiado cansada para escribir. Pero aún así, me gustaría intentarlo. El sonido de las teclas escribiendo sobre el ordenador me choca en los tímpanos. Mis ojos luchan por cerrarse. Me duele la cabeza. El sueño llama a las puertas de mi pensamiento con golpes muy molestos.
¡Pum! ¡Pum!
Es de noche. Son las cuatro de la madrugada en punto. La musiquita de jazz de Billie Holliday sale del casete. Me adormezco cada vez más y más. El escritorio está desordenado, como siempre. Hay un libro de letras de Sabina, la cartera, un Joystick, muchos bolígrafos, mi agenda, una calculadora y algunas cosas más. Pero esto no me interesa. No me inspira para escribir. Tengo el Word abierto. La pantalla del ordenador es un blanco puro que espera a ser alimentado a base de palabras, o más bien de ceros y unos. “¡Dame! ¡Dame más código binario! Rico. Rico”. Las palabras y los números están conectados entre sí. Irónico.
Aunque, ¿qué espera el Word que le escriba? Todo en esta vida está dicho. Ya todo se ha expresado. Si quieres leer sobre cualquier tema, ya se ha hablado sobre él. El amor. Miles y miles de historias. La felicidad, la alegría, la tristeza. Todo es repetitivo. Todo ya se ha expresado. Todo. Absolutamente todo. Ahora luchamos por expresarlo mejor. Por decorar las palabras. Le damos a la tristeza miles y miles de sinónimos para que los emplee a su antojo. Al ser humano le gusta sentir, experimentar. Nos gusta llorar, gritar, enamorarnos. Nos gusta inventar, disimular, hablar entre nosotros o con nosotros mismos. No tenemos tiempo para expresar todos nuestros sentimientos. Expresar la tristeza que hemos experimentado nos lleva a dejar una huella, un recuerdo que no todo el mundo quiere dejar.
Todo ya se ha dicho. Pero las palabras no sirven de nada si no hay alguien que las lea. Las comprenda. Las deguste. Las haga suyas también. El mundo no se maneja a base de palabras. No sirven para nada. No en esta sociedad. Gusta el morbo, los sentimientos, la envidia. Hoy en día, la persona que escribe es la persona egocéntrica. La que se nutre a sí misma, con su propia comida, cocinada por sí misma. La lectura se olvidó en el rincón más profundo de nuestras vidas.
Soy una egocéntrica.
Lo digo en voz alta.
¡SOY UNA EGOCÉNTRICA!
Estoy demasiado cansada para escribir. Pero aún así, me gustaría intentarlo. El sonido de las teclas escribiendo sobre el ordenador me choca en los tímpanos. Mis ojos luchan por cerrarse. Me duele la cabeza. El sueño llama a las puertas de mi pensamiento con golpes muy molestos.
¡Pum! ¡Pum!
Es de noche. Son las cuatro de la madrugada en punto. La musiquita de jazz de Billie Holliday sale del casete. Me adormezco cada vez más y más. El escritorio está desordenado, como siempre. Hay un libro de letras de Sabina, la cartera, un Joystick, muchos bolígrafos, mi agenda, una calculadora y algunas cosas más. Pero esto no me interesa. No me inspira para escribir. Tengo el Word abierto. La pantalla del ordenador es un blanco puro que espera a ser alimentado a base de palabras, o más bien de ceros y unos. “¡Dame! ¡Dame más código binario! Rico. Rico”. Las palabras y los números están conectados entre sí. Irónico.
Aunque, ¿qué espera el Word que le escriba? Todo en esta vida está dicho. Ya todo se ha expresado. Si quieres leer sobre cualquier tema, ya se ha hablado sobre él. El amor. Miles y miles de historias. La felicidad, la alegría, la tristeza. Todo es repetitivo. Todo ya se ha expresado. Todo. Absolutamente todo. Ahora luchamos por expresarlo mejor. Por decorar las palabras. Le damos a la tristeza miles y miles de sinónimos para que los emplee a su antojo. Al ser humano le gusta sentir, experimentar. Nos gusta llorar, gritar, enamorarnos. Nos gusta inventar, disimular, hablar entre nosotros o con nosotros mismos. No tenemos tiempo para expresar todos nuestros sentimientos. Expresar la tristeza que hemos experimentado nos lleva a dejar una huella, un recuerdo que no todo el mundo quiere dejar.
Todo ya se ha dicho. Pero las palabras no sirven de nada si no hay alguien que las lea. Las comprenda. Las deguste. Las haga suyas también. El mundo no se maneja a base de palabras. No sirven para nada. No en esta sociedad. Gusta el morbo, los sentimientos, la envidia. Hoy en día, la persona que escribe es la persona egocéntrica. La que se nutre a sí misma, con su propia comida, cocinada por sí misma. La lectura se olvidó en el rincón más profundo de nuestras vidas.
Soy una egocéntrica.
Lo digo en voz alta.
¡SOY UNA EGOCÉNTRICA!
jueves, 1 de enero de 2009
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